La edificación ejecutada con anterioridad a 1979 se realizó sin apenas aislamiento con unas condiciones de control de materiales y ejecución de obra muy inferiores a las actuales.
Esto sumado a la inexistencia de mantenimiento preventivo y correctivo ha provocado diversas patologías en las construcciones de ese periodo debido al deterioro de elementos.
Las condiciones de partida en los edificios existentes deben basarse en la observación del comportamiento energético de la vivienda, identificando las deficiencias actuales y estableciendo posibles medidas energéticas de mejora.
Debe establecerse un análisis pormenorizado de la demanda enfocando la cantidad de energía necesaria que precisa el edificio para alcanzar y mantener los niveles de confort establecidos.
Dicha demanda parte de las características volumétricas y constructivas de la vivienda, de las condiciones climáticas y del factor usuario.
El consumo de la vivienda resulta de la relación entre la demanda y el rendimiento de las instalaciones.
Mediante un seguimiento de la facturación y monitorización de las instalaciones se puede obtener los Kwh/m2 de las viviendas existentes.
Las soluciones para reducir el consumo pasan por lograr una disminución de la demanda mediante MEDIDAS PASIVAS (ENVOLVENTE) y un incremento del rendimiento de las instalaciones mediante MEDIDAS ACTIVAS.